"Iglesia", dibujo a lápiz sobre cartulina (80 cm x 120cm.)
Les cuento
sobre este dibujo que realicé en 1983, y que representa la iglesia del
Liceo Alemán, de Santiago de Chile. Por extrañas circunstancias del
destino, sólo me ha quedado una reproducción fotográfica. El original lo
perdí y espero que esté en mejores manos.
Por Rubén Reveco, licenciado en Artes Plásticas
Por esos años
estaba terminando de estudiar en la Facultad de Artes de la Universidad
de Chile, e igual que ahora, oscilaba entre lo religioso y lo pagano;
entre la fe y el ateísmo. Sólo tenía claro que el esfuerzo creativo
estaba en correspondencia con las horas de trabajo y que ese trabajo
debía tener como objetivo a la belleza.
Por entonces -al igual que ahora- en las escuelas de arte se despreciaba al realismo y algunos jóvenes resistíamos el embate de los modernos con diferente suerte...
Pero vamos al
tema que hoy nos convoca. Para un artista las iglesias tienen un encanto
especial. Su arquitectura antigua, monumental y espiritual las ha
convertido en un tema atractivo y un desafío para cualquiera.
Recuerdo que el propósito de entonces era la “perfección del centímetro cuadrado”. Es decir, lograr con un porta minas 0,5 superficies tan uniformes sobre el papel que diese la impresión de que no había errores. Alguien y en algún momento dijo: “No temas a la perfección porque nunca la alcanzarás”. Éramos jóvenes e idealistas y creíamos que la perfección dependía sólo de nuestras manos.
Han pasado algunos años, y si bien el objetivo no es tan ambicioso, el espíritu es el mismo. El pintor o dibujante realista debe creer que puede lograr obras perfectas, aunque fracase una y otra vez en el intento. Sólo de esa forma, logrará un trabajo que genere impacto y emoción. Dos de los objetivos fundamentales de la creación artística hasta que en el siglo XX fueron reemplazados por lo incomprensión y la indiferencia.
Corresponde al realista rescatar al arte del stlabishment y del mercado. Para muchos algo imposible, pero estamos acostumbrados a propósitos y obras imposibles.
Por entonces -al igual que ahora- en las escuelas de arte se despreciaba al realismo y algunos jóvenes resistíamos el embate de los modernos con diferente suerte...
Recuerdo que el propósito de entonces era la “perfección del centímetro cuadrado”. Es decir, lograr con un porta minas 0,5 superficies tan uniformes sobre el papel que diese la impresión de que no había errores. Alguien y en algún momento dijo: “No temas a la perfección porque nunca la alcanzarás”. Éramos jóvenes e idealistas y creíamos que la perfección dependía sólo de nuestras manos.
Han pasado algunos años, y si bien el objetivo no es tan ambicioso, el espíritu es el mismo. El pintor o dibujante realista debe creer que puede lograr obras perfectas, aunque fracase una y otra vez en el intento. Sólo de esa forma, logrará un trabajo que genere impacto y emoción. Dos de los objetivos fundamentales de la creación artística hasta que en el siglo XX fueron reemplazados por lo incomprensión y la indiferencia.
Corresponde al realista rescatar al arte del stlabishment y del mercado. Para muchos algo imposible, pero estamos acostumbrados a propósitos y obras imposibles.
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