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martes, 30 de junio de 2015

Rescatando pinturas y pintores: Manuel Ramírez Ibáñez

La noche triste de Hernán Cortés 1890 óleo sobre lienzo, 180 x 130 cm. Museo de Bellas Artes de Badajoz.


La irrupción del llamado "arte moderno" en el siglo XX, condenó al olvido a muchos artistas que venían con la impronta de la academia del siglo XIX. Uno de estos es el del español Manuel Ramírez Ibáñez. El director del museo de Bellas Artes de Badajoz, Román Hernández Nieves, analiza su obra más importante: "La noche triste de Hernán Cortés"


La noche triste de Hernán Cortés


Esta obra, adquirida para el museo en el año 2000, era conocida por especialistas en pintura española del siglo XIX, pero se ignoraba desde hacía tiempo su paradero. Fue pintada por Manuel Ramírez Ibáñez en 1890, a los 34 años de edad, cuando su pintura había recibido ya algunos reconocimientos, por lo que puede considerarse un trabajo de cierta madurez.
La figura y la gesta de Hernán Cortés, como la de otros conquistadores, fue durante el siglo XIX un tema pictórico interpretado en numerosas ocasiones. Francisco Sans y Cabot inauguró la serie con el cuadro Hernán Cortés quemando las naves, y que se continuó con otros sobre el mismo asunto de Antonio Pérez Rubio y el de Rafael Moleón y que se cerró con la obra de Joaquín Turina y Arenal titulada Entierro de Hemán Cortés.
Sobre el tema de la llamada Noche Triste del 1 de julio de 1520, en la que los aztecas sorprendieron a los 1.300 soldados de Cortés, de los que sólo sobrevivieron 440, se conocen dos pinturas: la de José María Rodríguez de Losada, titulada Noche triste de México y la interpretación más célebre que hizo Manuel Ramírez Ibáñez, objeto de este comentario y que fue presentada a la Exposición Nacional de 1890. El asunto que se interpreta viene así descrito en el catálogo de dicha Exposición: "Hernán Cortés. después de apearse de su fatigado corcel y de recostarse sobre una piedra, miró tristemente desfilar por delante de él sus destrozadas tropas; la caballería, la mayor parte sin caballos, venía confundida con la infantería, la cual arrastraba con trabajo sus cansados miembros".
La crítica de la época se centró en la poca aproximación a la verdad que presentaba el cuadro, aspecto que contradecía abiertamente las normas de la llamada pintura de historia y en las pequeñas dimensiones del cuadro para lo que era habitual en este género pictórico. Sin embargo. Picón lo describía así: "El héroe, al que España debió no menos que un Imperio, aparece sentado en una peña en actitud que denota profundo abatimiento: tras él está la india que le amó, de quien fue amado y que supo servirle con fidelidad admirable; no lejos de ellos se ven varios capitanes y hacia la parte de la derecha desfilan los restos de las tropas, entonces allí por primera vez vencidas y que luego tomaron tan gloriosas venganzas. El ambiente que envuelve la escena no tiene la lobreguez y negrura propias de la noche, sino que está todo envuelto en una atmósfera azulada que tiene mucho de fantástica".
La composición se distribuye en dos grupos: el de Cortés, la india ricamente enjoyada detrás de él y un capitán de espalda que sujeta el caballo del conquistador sobre un fondo boscoso más oscuro. En el grupo más alejado de la derecha desfilan las derrotadas tropas sobre un fondo más luminoso constituido por un celaje más propio del alba que de la noche. Destaca la correcta ejecución del paisaje y más aún los brillos de las armaduras, especialmente la de Cortés. Pero, sobre todo, destaca la impresión de abatimiento. cansancio y derrota del conquistador y su fiel tropa.



lunes, 29 de junio de 2015

El Jurado delibera: 8º Concurso de Pintura y Escultura




La Fundació Privada de les Arts i els Artistes convocó Figurativas ’15, dotado con un primer premio de Pintura de hasta 36.000 €, un fondo de adquisición de Escultura de 40.000 € además de un fondo a determinar para la adquisición de obras de pintura.

Según se informó desde la Fundación, con estos salones de arte se busca promover y difundir el arte figurativo, y su principal cometido será alentar las iniciativas artísticas y patrocinar a los artistas.
Las inscripciones finalizaron el 31 de mayo y ya está hecha la preselección. Las deliberaciones del jurado serán los días 17, 18 y 19 de julio y la exposiciones de los finalistas en el mes de octubre.




sábado, 27 de junio de 2015

El beso en el arte y como tema de la filosofía

"El beso", de Rodin. Para los platónicos, ese gesto tan placentero, electrizante y estimulante, era la instancia más concreta de contacto real entre almas. 

En un libro de inminente aparición, Pablo Maurette analiza la relación entre las funciones táctiles del cuerpo y el pensamiento, y rastrea el trabajo de los filósofos y escritores que dedicaron sus reflexiones a la piel. En estas páginas, como anticipo, un delicioso tratado sobre el sentido, la historia y los misterios del beso


Por Pablo Maurette  | Para LA NACION


En julio de 2011 la revista Rolling Stone publicó una entrevista a Larry David en la que el comediante habla con bastante detalle sobre su vida personal. Al preguntársele sobre sus primeros pasos en el mundo del amor, David cuenta que, en su adolescencia temprana, aquello que le generaba más ansiedad no era la cópula. Para entonces ya había visto fotos y películas pornográficas y comprendía -o creía comprender- los rudimentos básicos de la mecánica del coito. Lo que realmente lo intrigaba y lo hacía sentir inadecuado e inseguro frente a las chicas era el beso. Nadie le explica a uno, ni le muestra lo que sucede adentro de las bocas cuando dos personas se besan, dice David no sin razón. En Une vie divine (2006) Philippe Sollers hace la misma observación: "La pornografía insiste con los órganos para distraernos de la verdadera pasión interior, la que se desarrolla de una boca a la otra". Pero ¿cómo hablar de lo que sucede allí dentro, en la húmeda oscuridad del antro formado por las dos bocas? ¿Cómo describir lo que hacen los labios y las lenguas cuando dos personas se besan? ¿Dispone el lenguaje de suficientes verbos, adjetivos, onomatopeyas para dar cuenta de la apabullante variedad de sensaciones que se producen cuando dos personas se besan? Y si no dispone de los medios necesarios para describirlos, ¿cómo hará el lenguaje para explicar, para enseñar a dar besos? La perplejidad del creador de Seinfeld no sólo es comprensible sino que es compartida, me imagino, por muchísimos jóvenes prontos a dar su primer beso.



Me interesa explorar los misterios del beso y bosquejar elementos de una posible filematología (de filema, la voz griega para decir "beso"). Pero beso se dice de muchas maneras. Poco tienen que ver los besos de amor fraternal y filial, el beso de Judas, el beso de la paz, o el beso como saludo, con el beso erótico. El que me interesa es el último, el único que se da con la boca abierta. Según la etimología del verbo "besar" y del sustantivo "beso", el beso erótico con la boca abierta sería el más antiguo, el primero. "Beso" viene de basium en latín, que probablemente tenga sus orígenes remotos en el verbo sánscrito bhaad, "abrir la boca". El beso erótico, en particular el beso en la boca y el beso con la lengua, que ya aparecía evocado en los versos del Cantar de los cantares, es el más complejo, el más sofisticado de todos los besos, en primer lugar porque es un beso que se da y se recibe a la vez, y en segundo lugar porque requiere mucho más que el mero contacto con los labios. Del beso erótico participan la lengua, los dientes, la saliva, el aliento, las manos, los brazos, el cuerpo entero. Sabemos que el beso erótico, lejos de ser una práctica moderna u occidental, es algo propio del ser humano, universal y transhistórico. Antiguas estatuillas, bajorrelieves, pictografías, frescos y mosaicos hallados en templos hindúes y aztecas, en cuevas del País Vasco, en lupanares pompeyanos, en iglesias bizantinas celebran el beso como intercambio de almas y fundición de cuerpos, como origen de la vida. Acaso influidos por las varias estatuas romanas de Cupido y Psique besándose que sobrevivieron de la Antigüedad, Canova, Rodin y Brâncusi exploraron el tema en la escultura. Klimt, Hayez, Magritte y otros hicieron lo propio en la pintura. Hollywood hizo del beso una marca registrada. Sin embargo en todos estos casos, el beso en sí, lo que sucede adentro de las bocas, es un misterio que permanece sellado. Pintores y escultores representan la cadencia de los cuerpos de quienes se besan, sus expresiones extasiadas, sus bocas entreabiertas o cerradas, pero el beso en sí permanece inaccesible. Los besos en el cine suelen ser secos y por ende castos, más bien la repetición de una liturgia iconográfica que una auténtica exploración del fenómeno osculatorio. Es en la poesía, y en cierta tradición poética en particular que se origina en la Grecia helenística, florece en la Roma imperial y resurge con vigor en el Renacimiento, donde uno encuentra algunas de las más explícitas y exhaustivas evocaciones del acto de besar. Esta tendencia en la poesía de los siglos XV, XVI y XVII florece al tiempo que filósofos, médicos e intelectuales se dedican a pensar los fenómenos del amor y del erotismo con inusitado entusiasmo.


Hacia fines del siglo XVI Francesco Patrizi escribió la única obra de filosofía exclusivamente dedicada al tema del beso. El diálogo Delfino o del beso (ca. 1577) constituye un meticuloso análisis de la sensación de placer que produce el beso erótico. Si durante el Renacimiento, poetas y pensadores se ocuparon de este tema más que en ningún otro momento de la historia occidental es porque durante los siglos XV y XVI la cuestión del tacto pasó a un primer plano, tanto en la epistemología, como en la metafísica. Pero esta novedosa y desinhibida atención al beso también se debió a que el renacimiento de los clásicos greco-latinos y la invención de la imprenta, que ayudó a divulgarlos, iniciaron una verdadera revolución estética y promovieron el cultivo de sensibilidades poéticas menos pudorosas. Y así fue como los poetas se lanzaron a explorar la experiencia corpórea (háptica) del erotismo. [...]
Volviendo a la observación de Larry David y a la idea de que nadie jamás nos muestra ni nos explica qué es lo que sucede adentro de dos bocas que se besan, se me ocurre que esto quizá se deba al sencillo hecho de que la única manera de saberlo es besando. La filematología será una ciencia exclusivamente práctica. Pero si los místicos a lo largo de la historia se esforzaron por poner en palabras algo esencialmente inefable como la experiencia del éxtasis, la unión del alma con lo divino, ¿cómo puede ser que nadie haya buscado la forma de describir, de analizar, de anatomizar sistemáticamente el fenómeno del beso?



Doy un salto del siglo XXI al XIX, de Los Ángeles a Copenhague, de Larry David a Søren Kierkegaard, de la pregunta por el beso a un intento de respuesta. En una de las entradas del Diario de un seductor, Johannes (álter ego del autor, un neurótico donjuán protoexistencialista) confiesa que ha estado reuniendo material para escribir una Contribución a la teoría del beso. El tipo de beso que interesa a Johannes es el beso romántico heterosexual. "Un beso perfecto es aquel que se dan un hombre y una mujer. Un beso entre hombres es de mal gusto, o peor: tiene mal gusto." Para Kierkegaard el beso por sí solo no tiene valor alguno. Un beso robado, un beso por error, un beso entre hombres o entre mujeres, un beso entre niños no es un beso sino una mera instancia de contacto entre dos bocas. El beso que tiene interés filosófico es aquel producto del deseo erótico que produce placer sensual. A continuación el seductor propone una taxonomía de los besos, una clasificación de los besos por su sonoridad. Lamentablemente el lenguaje carece de onomatopeyas suficientes como para dar cuenta de la abrumadora variedad de sonidos que puede producir un beso, advierte Johannes. Kierkegaard intenta, sin embargo, una breve clasificación: el beso aplastado, el beso explosivo, el beso silbado, el beso fangoso, el beso resonante, el beso lleno, el beso hueco, el beso algodonado, etc. Pero los besos también se pueden clasificar de acuerdo con parámetros táctiles o temporales, sigue Kierkegaard. Está el beso tangencial, el beso de pasada, el beso pegote, el beso largo, el beso corto. Y si de distinciones temporales se trata, concluye el autor, la más interesante es la que existe entre el primer beso y todos los demás. "Esto nada tiene que ver con el sonido, el tacto o el tiempo en general. El primer beso es cualitativamente diferente de todos los demás. Muy poca gente se detiene a pensar estas cosas."



Al caprichoso y huidizo narrador kierkegaardiano parece interesarle más la originalidad del tema que el tema mismo, pues aquí sin más pone punto final a la cuestión. Hablando en términos filematológicos, su aproximación al tema es un beso tangencial, o de pasada, que nos deja sedientos de más.[...] Al proponer la idea del proyecto, Johannes el seductor había señalado que le resultaba muy curioso que no existiese libro alguno sobre el tema. Y había agregado que los filósofos no han hablado del tema porque no saben nada de besar ni de besos. Sin decirlo, Johannes sugiere que si hubieran sabido besar no se habrían dedicado a la filosofía.



Pero Kierkegaard estaba equivocado. Un filósofo renacentista sí se ocupó del tema en detalle y escribió un diálogo enteramente dedicado al placer del beso erótico. Kierkegaard publicó Diario de un seductor a comienzos de la década de 1840, y si ignoraba la existencia de esta obra es por la sola han hablado mucho de amor pero jamás se han detenido a preguntarse por el beso. Para Patrizi en la suavidad del beso se esconde el misterio de la mediación entre el cuerpo y el alma. El beso es la frontera entre lo material y lo espiritual. Al igual que Kierkegaard, Patrizi sólo se interesa por el beso heterosexual, el beso romántico de Paolo y Francesca, de Lancelot y Ginebra, de Romeo y Julieta. Y la investigación que llevan a cabo los interlocutores del diálogo se funda en la experiencia. Ambos hombres, el joven Delfino y el mismo Patrizi, dan por supuesto que el otro ha besado y proceden razón de que Delfino o del beso se publicó por primera vez en 1975. El diálogo sobrevivió en un único manuscrito que más de tres siglos después cayó en manos del estudioso del Renacimiento Paul Oskar Kristeller, quien delegó la edición en uno de sus muchos discípulos. Patrizi, un platónico nacido en la Dalmacia, que se hizo famoso por publicar algunas de las más devastadoras críticas al aristotelismo medieval y humanista, llega al tema del beso movido por la misma inquietud que manifestaría Kierkegaard siglos más tarde: la filosofía ha ignorado olímpicamente el tema, los filósofos a intentar develar el misterio de la dulzura del beso con una taxonomía que aspira a la exhaustividad. Delfino es una obra de filematología descriptiva y experiencial.



[...]. El joven Delfino y el seductor Johannes tienen razón en preguntarse por qué el beso es algo tan placentero, tan suave, tan dulce y, a la vez, tan electrizante, tan estimulante. Si para los platónicos esto se debía a que el beso es la instancia más concreta de contacto real entre almas, para los poetas había otros motivos adicionales. El beso es, en efecto, un fenómeno nebuloso donde alma y cuerpo se confunden, pero por esto mismo es también la frontera entre la vida y la muerte, entre el ser y el no ser. Durante el beso con la lengua los amantes exhalan su aliento e inhalan el del amado. La metáfora del beso como pasaje de la vida a la muerte y de la muerte a la vida es uno de los temas centrales de cierta tradición lírica que explotó con particular dedicación el fenómeno del beso. Esta tradición, que surge en la Antigüedad grecorromana con los cantos eróticos de Teócrito, Catulo, Ovidio, Propercio, Tibulo y otros, renace en la Italia del siglo XV en la poesía neolatina. Un poeta neolatino en particular -el holandés Jan Everaerts, más conocido como Johannes Secundus, o Juan Segundo- decidió que el tema del beso era lo suficientemente importante como para tener su propio género lírico. Así, inventó el basium, una pieza lírica corta, que sin exigir un verso específico combina distintas posibilidades métricas para crear ritmos y cadencias que emulan el acto mismo de besar. La obra capital de Johannes Secundus, Basia (Los besos), publicada por primera vez en forma póstuma en 1539, es una colección de diecinueve "besos" en la que el poeta da cuenta de la exorbitante variedad de besos y formas de besar. El basium se distingue de otros subgéneros de la poesía lírica como el soneto, la oda, la elegía, el madrigal, el strambotto y el amoretto porque tiene un tema obligado: el beso. Pero el basium no es simplemente un poema sobre besos y el acto de besar, el basium es en sí mismo un beso del poeta al lector. El basium es acaso el único género literario cuyo objetivo principal es explícitamente táctil. Al evocar besos, el poeta da besos.



La taxonomía de besos que presenta la poesía de Johannes Secundus y sus predecesores neolatinos aparece en el lenguaje mismo. Basium es el término más usado para el beso erótico y difiere de osculum, la voz latina más común que refiere a cualquier tipo de beso (el beso entre familiares o amigos, el beso de la paz, el beso de Judas). Cuando Venus inventa el beso en el primer poema de la colección de Johannes Secundus, inventa el basium, el beso con la boca abierta.



[...] Si, como sostenía Sócrates, la filosofía no es más que un entrenamiento para la muerte, dado que es la práctica que nos enseña a separar el cuerpo del alma, el beso es, en la fantasía de estos poetas, filosofía pura. Para Sócrates y Platón la filosofía se pone en funcionamiento y se ejercita en el diálogo, y ¿no es el beso una forma alternativa de diálogo que prescinde del verbo (aunque no de la lengua)? Con justa razón, diría Secundus, Patrizi y Kierkegaard amonestaban a los filósofos por no haber apreciado el potencial filosófico del beso.













Lo último en besos






viernes, 26 de junio de 2015

Las múltiples vidas de la pintura en Chile

Felipe Cusicanqui


Si en los 80 se declaró la muerte de la pintura, hoy una generación de artistas la rescata con nuevos códigos y temas. Varias muestras en cartelera demuestran su auge: obras de Felipe Cusicanqui, Alejandro Quiroga, Germán Tagle y Constanza Ragal son parte de la tendencia.

Artículo publicado en el diario La Tercera

Durante varios años hablar de pintura en Chile era sinónimo de anacronismo. Y más que eso,  ser pintor significaba darle la espalda a la contingencia política: en los 70 el arte conceptual, en sus distintas expresiones como el video arte, la instalación y la performance, se transformó en la herramienta ideal para hacer frente al régimen militar. El grupo C.A.D.A y la llamada Escena de Avanzada, con artistas como Eugenio Dittborn, Carlos Leppe y Lotty Rosenfeld, se inscribieron como los reformadores de esa etapa del arte en Chile, en que la pintura quedó totalmente marginada. Recién a fines de los 80 y, sobre todo, desde la vuelta a la democracia, la pintura recobró protagonismo, pero debió convivir con el auge de la instalación, la performance y otros formatos contemporáneos.

Felipe Cusicanqui



Las nuevas tecnologías, el auge de la fotografía digital y los programas computacionales han expandido los límites de la pintura en las generaciones jóvenes, aunque también están los artistas nostálgicos que han regresado a una práctica pictórica más artesanal y doméstica. Entre estos últimos destaca el pintor Felipe Cusicanqui (1977), quien exhibe desde el 1 de julio su última producción en el Centro de Extensión UC. Se trata de Ruina, una investigación sobre el mundo del ballet, que bien lo acerca a la tradición iniciada por el impresionista francés Edgar Degas, que a  fines del siglo  XIX se hizo conocido por su serie de cuadros de bailarinas. ¿Por qué pintar?  ¿Y por qué un tema tan añejo como la danza? Para Cusicanqui la pintura tiene la cualidad de amoldarse a toda época y toda práctica y eso la hace atemporal. “Todas las otras disciplinas, las instalaciones, la escultura e incluso la performance, las veo como una extensión de la pintura. Es la única que se vuelve un personaje más dentro del ejercicio artístico, la pintura da paso al gesto, al accidente, nunca sabes lo que va a pasar”, dice el pintor.

Constanza Ragal

Formado en la U. Finis Terrae, el artista se ha caracterizado por usar soportes precarios, una práctica que lo acerca a otros pintores locales desde José Balmes hasta Ignacio Gumucio. Así, sus bailarinas están plasmadas sobre tablas, tul, yeso y papel.
A la muestra de Cusicanqui se suma,  en la cartelera local, una gran variedad de exhibiciones que dan cuenta de la diversidad y vigencia del género, desde paisajes y retratos a parodias. Si hay algo en común es quizás un espíritu apolítico o, como dice la historiadora del arte Carolina Castro en el libro Sub 30 (2014), sobre pintura joven en Chile, el ejercicio de la pintura viene acompañado de un “retorno a lo básico, a la manualidad y a la factura, el abandono de los rasgos políticos en pro de nuevos conceptos... La posibilidad de ser sólo arte, sólo pintura o sólo ideas”.

Germán Tagle

En esa línea están las obras de Germán Tagle (1976), que por estos días exhibe en Sala Gasco, cuadros de gran formato donde elabora misteriosos micromundos en los que se evidencian inspiraciones cinematográficas como el filme Carretera perdida de David Lynch. “Declarar la muerte de la pintura es ridículo. La pintura está ligada al ser humano desde sus inicios y nunca pasa de moda. En la pintura el proceso creativo está ligado al proceso técnico. Muchos artistas conceptuales mandan a hacer sus obras, porque la idea es la que importa; en la pintura el proceso es siempre autoral”, dice Tagle.
Lo mismo piensa Alejandro Quiroga (1967), quien luego de dedicarse  a las instalaciones fotográficas-sonoras, regresó a la pintura. Ahora expone sus paisajes monocromáticos en galería NAC. “La pintura tiene la capacidad de conmover, algo que es difícil de lograr con otra técnica. En mi caso, el paisaje es un género súper visitado y el reto es reinterpretarlo. Pinto un paisaje residual que nadie pinta, el del camino que va hacia la playa, donde se ven las torres de alta tensión, los cables de luz y la pandereta, es un paisaje contemporáneo, o lo que nos va quedando de paisaje”, cuenta Quiroga.

Alejandro Quiroga

La camada joven

Dentro de la generación del 90 hay grandes exponentes en pintura: Natalia Babarovic, Alvaro Oyarzún, Pablo Chiuminatto, Ismael Frigerio y Malú Stewart  son algunos de quienes heredaron el espíritu de artistas como Samy Benmayor, Bororo y Matías Pinto D’Aguiar, que a mediados de los 80 defendieron el placer de pintar por pintar.
Ahora hay una camada de artistas sub 35 que ve en la pintura una vía para hablar de temas contingentes o reflexionar sobre la propia pintura. Está Pablo Serra (1983), quien exhibe en galería Patricia Ready escenas de ficción que parodian la realidad:  pinta personajes de ficción como el Señor Lápiz y Epidemia, o  a la selección de fútbol jugando, mientras es amenazada por un carabinero a caballo. Los retratos de Constanza Ragal (1982), que exhibe ese fin de semana en Barrio Italia,  hablan de los estereotipos femeninos, y  se suman a las obras de otros artistas jóvenes que usan la imagen fotográfica y la cita a la historia del arte, para crear pinturas actuales. Destacan las coloridas escenas de animales de José Pedro Godoy (1985), los cuadros barrocos e inquietantes de Guillermo Lorca (1984) o el realismo nostálgico de Francisco Uzabeaga, que reproduce con todas sus fallas los fotogramas de películas aparecidas en revistas antiguas. 

Constanza Ragal

Tanto para Quiroga como para Cusicanqui la generación más joven peca de una sobreexposición a la fotografía. “Creo que en ellos la pintura es muy fría, controlada, les falta violentar la obra, desarmarla”, dice Cusicanqui.
Sin embargo Constanza Ragal, quien fue ayudante de Gonzalo Cienfuegos, defiende esa frialdad, la que en su caso le ayuda a trasmitir la soledad y el vacío de la sociedad contemporánea “A diferencia de la inmediatez de la  fotografía, la pintura atesora un tiempo distinto, un silencio y una permanencia irremplazable”.


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miércoles, 24 de junio de 2015

¿Quiénes son los jurados del VIII Premio Nacional de Pintura Banco Central 2015?



Un solo artista ha convocado el Banco Central para que juzgue en el VIII Premio Nacional de Pintura, los demás nunca han pintado. Se los presentamos porque el pueblo quiere saber de qué se trata. Es sabido científicamente que nadie puede elegir lo que no le gusta y lo que no le gusta está muy lejos de lo que se es.
De todas maneras, mucha suerte.


Por Rubén Reveco, licenciado en Artes Plásticas


Este muchacho es curador. 
No es artista, pero juzga a los artista.

Tomás Bondone


Para Tomás Bondone, director del Museo Evita – Palacio Ferreyra, el rol del curador es fundamental para la presentación de producciones artísticas. “Mas allá de las modas es un profesional necesario dentro del circuito del arte”. Y agrega: “Es una especie de editor que legitima la práctica artística”. 
¡Que pedantería, por favor! ¿Qué está diciendo? Que si no es por el editor de Jorge Luis Borges, Borges no existiría.


Mezcla de pintura e ilustración. Está bueno.

Juan Doffo


El único pintor. Juan Doffo nació en Mechita, pequeña población de la llanura pampeana de la provincia de Buenos Aires el 25 de julio de 1948. Su labor profesional está compuesta por pinturas, fotografías e instalaciones.
Hijo de padres de origen italiano, Juan Doffo es descendiente del artista renacentista Ghirlandaio, cuyo nombre completo era Domenico Tomasso Doffo Bigordi, alias El Ghirlandaio. (Más información) 


Un adefesio. Con esto obtuvo el premio ArteBA-Petrobras de Artes Visuales, de la Argentina. Se trata de un bolsa de plástico que contiene unas zapatillas y calamares en descomposición.

Ver: "Bienvenidos a la era del fraude"

Carlos Herrera

Uf!, claro que lo conozco. Ni idea en qué museo deben estar sus calamares muy podridos, a esta altura. Seguramente debe ser un gran virtuoso del pincel que considera que pintar ya no es cool pero igual está de jurado en un salón de pintura.



Ana Martínez Quijano

Esta señora es crítica de arte del diario Ámbito Financiero desde hace 25 años y editó el libro “Ámbito de las Artes”, publicó varios artículos y ensayos. No he leído nada de ella, por lo tanto no opino. En realidad no leo ese diario.



Rodrigo Alonso, el curador

Existiendo un jurado no sé para qué también un curador. Este dandy del arte contemporáneo está envuelto en una polémica por insultar a una periodista.


Entérese aquí.

Arte, sexo y demonios



Las diablitas nada que ver con los diablos o demonios. Ellas son pícaras, sexys, lindas, coquetas, siempre van vestidas de rojo; ellos, en cambio, son feos, malvados, vestidos de negro y están sedientos de sexo. 
Una colección de pinturas, fotografías, ilustraciones y cómics en los cuales se ha sorprendido a íncubos y súcubos seduciendo y poseyendo a simples e inocentes mortales.



Íncubo

Se trata de un demonio con forma masculina que ataca a las mujeres por la noche, en la cama, casi siempre mientras duermen. La apariencia del íncubo no es necesariamente atractiva, ya que no busca la seducción sino despertar en su víctima los instintos sexuales más bajos y primordiales. Dependiendo el país, el íncubo se representa unas veces como un enano barrigudo, otras como un señor alto, delgado y peludo, otras como un joven apuesto y bien vestido y otras incluso como un pájaro de fuego. En todos los casos, siempre está dotado de un miembro descomunal.
El íncubo se cuela en la mente femenina y siembra la lujuria, provocándole sueños húmedos, pensamientos de lubricidad desviada o exagerada, para pervertirla antes de atacar. Tras varias noches de precalentamiento, el íncubo se materializa y copula con la mujer en unos coitos tan salvajes y placenteros que la humana se derrite en mil orgasmos, a veces entrecortados por momentos de lucidez que deriva en auténtico horror. A la mañana siguiente, la interfecta no recuerda casi nada, sólo que ha tenido un sueño húmedo, brutal y extraño y que, a juzgar por la cantidad de semen y sangre que hay en sus orificios, no ha sido una experiencia del todo irreal. Además, la víctima siente debilidad y abatimiento, ya que el íncubo ha empezado a extraer su energía erótica a través del coito.
Consecuencias: En caso de que la víctima se quede embarazada, puede dar a luz a bebés muertos o a retrasados mentales, pero también a abortos con apariencia medio humana-medio animal, criaturas deformes, perversas y con especial inclinación por el mal. Se dice que el mismísimo Anticristo podría ser engendrado por un demonio lúbrico, si bien hay teorías que sostienen que de estos polvos aberrantes pueden salir seres con increíbles poderes mágicos: no en vano, hay expertos que juran que el mago Merlín era hijo de un íncubo y una prostituta.


Súcubo

Es un demonio con forma femenina que ataca a los hombres durante la noche para robarles su semen. A diferencia del íncubo, el súcubo sí adopta una forma atractiva, pues sabe que los hombres se excitan por la vista y caen más fácilmente a los pies de una chica sexy. Según la zona geográfica, la leyenda varía y, aunque siempre se trata de mujeres hermosas, cambian algunas de sus características y su forma de hacer el mal: algunas mitologías hablan de demonios masculinos que toman la forma de mujeres muertas para consumir al hombre; otras, de beldades que viajan montadas en burro y poseen vaginas dentadas con las que castrar al hombre que las penetre; otras, de mujeres aladas que, cual mantis religiosas, se comen al hombre vivo durante el acto sexual… También hay cuadros que pintan a los súcubos como seres híbridos, mujeres humanas mezcladas con bestias, que lucen cornamentas, colmillos, cascos de caballo, alas de Cthulhu y otros complementos de pesadilla que acentúan su rara belleza.
Consecuencias: Según el Malleus maleficarum o Martillo de las Brujas (la guía para la caza de brujas más importante del Renacimiento) los súcubos no derraman el semen de sus víctimas, sino que lo recolectan y después lo usan para embarazar mujeres y crear monstruos. En otros textos de la época se especifica que los súcubos, al recibir el semen en su interior, desarrollan un pene y se transforman en íncubos para más tarde reinyectar ese mismo semen en víctimas femeninas.