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miércoles, 31 de diciembre de 2014

La fascinación de Egipto en la música popular



Desde Michael Jackson hasta Katy Perry (lo más visto en Youtube en 2014), Egipto sigue marcando la agenda creativa de los artistas de música popular. Existe un gran parecido en el argumento de los dos videos.


Video de "Remember The Time"

"Remember the Time" —en español: "Recuerdas aquel momento"— es una canción interpretada por el cantante estadounidense Michael Jackson. Lanzado como el segundo sencillo de su álbum de 1991, Dangerous, la canción fue un intento acertado por Jackson al crear una mezcla de New jack swing y R&B junto con su co-productor Teddy Riley. El sencillo alcanzó el puesto Nº 3 del Billboard Hot 100 y el Nº 1 del Billboard's R&B Singles. En 1993, Jackson brindó una memorable actuación de la canción en el Soul Train Awards, sentado en una silla y confirmando que sufrió una lesión mientras se encontraba ensayando. En dicha ceremonia obtuvo 3 premios, incluyendo mejor cantante masculino del año por Remember the Time, así como mejor álbum R&B para Dangerous. La canción fue originalmente asignada como parte del Dangerous World Tour y fue ensayada antes de que el tour empezara pero finalmente se descartó.


Video musical

En cuanto a algunas de sus últimas canciones, el video musical para "Remember the Time" era una producción elaborada y se convirtió en uno de sus videos más largos, aproximadamente de 9 minutos. Situada en el antiguo Egipto, el video ofrece innovadores efectos especiales y aparecen artistas reconocidos como Eddie Murphy, Iman, y el jugador de baloncesto Magic Johnson junto con una coreografía complicada y que se puede apreciar en otros videos del álbum.

Argumento

El video inicia con Iman y Eddie Murphy, interpretando a los reyes del antiguo egipto, esta le dice a su esposo que está aburrida por lo que Murphy llama a algunas personas para entretenerla, esta ordena matar a los 2 primeros, finalmente un hombre llega vestido en una capa azul y sin hablar arroja polvo al suelo y hace que se mueva y luego es absorbido por ello, luego de esto "Jackson" aparece vestido con un traje dorado y comienza a cantarle a Iman provocando que Murphy se ponga celoso y haga que lo persigan para matarlo, luego de evadir a los guardias "Jackson" se encuentra con ella y se besan.
Luego él aparece y realiza una coreografía con varios bailarines, ya casi al final del video Jackson se ve acorralado y sin salida. Murphy lo encuentra pero "Jackson" escapa desapareciendo mágicamente, dejando a Murphy solo junto con los guardias.







Video de "Dark Horse".

"Dark Horse" —en español: "Caballo oscuro"— es una canción de la cantante estadounidense Katy Perry, que cuenta con la colaboración del rapero Juicy J, incluida en su cuarto álbum de estudio, PRISM, de 2013. Los intérpretes la compusieron con ayuda de Sarah Hudson, Henry Walter, Max Martin y Lukasz Gottwald y estos tres últimos la produjeron.
Recibió comentarios tanto positivos como negativos de los críticos, algunos alabando su voz y letra, pero considerando la inclusión del rap como innecesario y de poca calidad.
Comercialmente, obtuvo un buen desempeño en Norteamérica, en donde alcanzó el primer lugar en Canadá y los Estados Unidos. En este último, logró su noveno encabezamiento en toda su carrera y el octavo en la década de 2010, lo que convirtió a Perry en la segunda artista con la mayor cantidad de canciones número uno en este período, junto con Rihanna.


Video


Su vídeo musical correspondiente lo dirigió Mathew Cullen y la intérprete lo publicó el 20 de febrero de 2014 en su cuenta VEVO en YouTube. En el video Katy Perry se muestra como Cleopatra junto con una parrilla enjoyada y el escenario representa el antiguo Egipto. En un fragmento del vídeo, un modelo portaba un dije con la palabra "Allah", que significa "Dios" en árabe, lo que generó controversia contra la cantante y fue acusada de "blasfema". 
El vídeo comienza con Perry vestida de blanco y su pelo de color plateado con símbolos, recostada en una barca en medio de un río (Nilo) y rodeada de sirvientes. Todo sucede en la ciudad de Memphis. La intérprete hace el papel de reina egipcia, Cleopatra, con un atuendo colorido y rechaza a muchos de sus pretendientes. Un tipo fornido intenta ganar su corazón con un diamante de gran tamaño, pero ella lo convierte en polvo brillante gracias a sus poderes mágicos. Luego, otro viene ofreciéndole cheetos picantes, pero cuando se come uno, ella lo convierte en un cáliz con agua para calmar lo picante que estaban. Después, aparece un señor que al quitarse una máscara, tiene una cabeza de cocodrilo, lo cual espanta a Perry. Entonces, aparece un tipo con un carruaje que lo hace mover de arriba a abajo, pero ella lo transforma en dos dados gigantes de adorno. También hace presencia un perro —llamado Jiff, mascota de Perry— para caminar en dos patas por la alfombra. Juicy J canta su verso al salir de un sarcófago, mientras Perry realiza rutinas de baile con inspiración egipcia, y al final del clip, ella toma el papel de la diosa isis, mientras está de pie encima de una pirámide de oro. Al final de todo esto, se observa al perro mencionado con la cara de el último de sus pretendientes.







lunes, 29 de diciembre de 2014

El desnudo: cuando el cuerpo se convierte en una obra de arte

"Desnudo" de Annemarie Heinrich.


La publicación de un libro con fotos inéditas de Annemarie Heinrich y una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes (Argentina) coinciden con exposiciones en el mundo dedicadas a la figura humana.


Por Natalia Blanc | LA NACION

La luz que entra por la ventana ilumina el cuerpo tendido, casi en penumbras, y juega con la sombra que proyecta una cortina tejida. Sobre la piel de la modelo se dibujan formas cuadriculadas que resaltan la figura femenina en claroscuro. No hay rostro a la vista. El foco está en el torso desnudo. 
La imagen integra el libro Annemarie Heinrich. Desnudos, que llegará a las librerías los últimos días del año, publicado por La Azotea Editorial. Es una de las treinta y cinco fotografías en blanco y negro, la mayoría inéditas, tomadas por Heinrich entre 1934 y 1948. Con la publicación de este volumen de colección, el sello creado y dirigido por Sara Facio rinde homenaje a la célebre fotógrafa nacida en Alemania en 1912, que en 1930 abrió su primer estudio en Buenos Aires. Conocida como una destacada retratista especializada en figuras del espectáculo, Heinrich se dedicó también al estudio del desnudo en la fotografía. El libro, que surgió a partir de un proyecto presentado por Alicia y Ricardo Sanguinetti, hijos de la fotógrafa, dialoga con la muestra La Seducción Fatal. Imaginarios Eróticos del siglo XIX, que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes hasta el 15 de marzo.


Como escribió María Moreno en el prólogo, "Annemarie no sublimaba la carne, aunque su propuesta estética estaba lejos de todo realismo. Esa forma suya conocía su contemporaneidad con las vanguardias pictóricas argentinas. Con la iluminación y la preferencia por el claroscuro, solía cubrir la piel femenina con una tersura estatuaria -de una estatua en donde la carne no se haya transfigurado del todo-, «nacaraba», inventaba líneas, esculpía". En varias de las imágenes incluidas en el libro, como Desnudo 49 y Torso, se percibe la búsqueda estética que describe Moreno en su texto. Heinrich retrata el cuerpo femenino como una escultura; ilumina la piel para que luzca como una superficie de mármol o de yeso, como hizo Auguste Rodin en el Minotauro, obra que integra la sección "Erotismo y violencia: el rapto", de la exhibición del Bellas Artes curada por Laura Malosetti Costa.

"El despertar de la criada", de Eduardo Sívori.


La historia escrita en la carne

Claro que, a diferencia de una fotografía que captura un instante, las pinturas, los grabados y las esculturas crean una escena, se proponen narrar una historia. El rapto de Europa, pintura de Giovanni Lanfranco, y La cautiva, de Juan Manuel Blanes, que pueden verse en el recorrido por La Seducción Fatal, son algunos ejemplos. Agrupados en la sección "Desnudas y desnudos: voyeurismo, distancia y transgresión", aparecen La siesta, de Cesáreo Bernaldo de Quirós; El baño, de Prilidiano Pueyrredón, y El despertar de la criada, de Eduardo Sívori, entre otros óleos sobre tela.
Organizada junto con la Biblioteca Nacional, en la muestra se exhiben sesenta y cinco obras entre pinturas, esculturas, grabados, fotografías e impresos de artistas europeos y argentinos del siglo XIX. La Sala del Tesoro de la Biblioteca, lugar habitualmente de acceso reservado a investigadores, se abrió al público para que todos puedan apreciar grabados, litografías y publicaciones eróticas de los siglos XVIII, XIX y XX que se conservan en vitrinas. Allí, en la continuación de La Seducción Fatal, titulada "De la intención erótica al sueño pornográfico", figura la colección L'Art et le Beau, el álbum Le Parnasse Satyrique, obras del artista francés Paul Avril y aguafuertes y litografías de los italianos Alfredo Baruffi y Edoardo Rubino.
Al carácter narrativo de las imágenes se suma el valor del texto. Por eso en el catálogo de la muestra y en la página web de la Biblioteca es posible leer ensayos breves escritos especialmente para acompañar las imágenes expuestas. Fueron convocados, entre otros, María Moreno, Aníbal Jarkowski, Selva Almada, Diego Tatián, Christian Ferrer, José Emilio Burucúa, Gonzalo Aguilar, Luisa Valenzuela y Andrea Giunta. Cada uno escribió sobre una obra en particular y en esos textos se advierte la mirada de los autores sobre el desnudo en el arte y su vinculación con el deseo, la seducción y el erotismo.
Estos mismos temas, enfocados desde el exceso en obras de artistas como Goya, Rodin y Picasso, se abordan en una muestra en homenaje al marqués de Sade, inaugurada este año en el Museo D'Orsay, de París, que estará abierta hasta el 25 de enero. Polémico por sí mismo, el autor volvió a ser sinónimo de escándalo cuando las autoridades del museo difundieron un video promocional con imágenes de cuerpos desnudos entrelazados en una especie de orgía, que culminaba con la palabra Sade.

"La maja desnuda", de Francisco Goya.

De las mujeres a los hombres

Cuando se piensa en la representación del cuerpo desnudo en una obra de arte enseguida aparece una imagen femenina. Tanto en La Seducción Fatal como en el libro de fotografías de Heinrich, los modelos son mujeres. En contraposición a la tendencia, el Museo Leopold de Viena organizó en 2013 una muestra centrada en el desnudo masculino desde 1800 hasta la actualidad. Lo curioso, en ese caso, no sólo fue que las 300 obras (entre pinturas, fotografías, dibujos y esculturas) mostraran variaciones sobre la desnudez masculina, sino que el museo vienés convocó al público para que visitara la muestra... sin ropa.
Así, los visitantes que se animaron a cumplir la consigna ingresaban en la sala sin prenda alguna. Causó polémica, por supuesto, y en las fotos que publicaron los medios se veían hombres y mujeres de espaldas, con las colas al aire, pero con zapatos y, en algunos casos, también medias.
Masculino / Masculino. El hombre Desnudo en el Arte de 1800 hasta la Actualidad llegó en septiembre de 2013 al Museo D'Orsay y tuvo también excelente convocatoria. Claro que al museo parisino todos fueron vestidos.



domingo, 28 de diciembre de 2014

Sobre Marck Rothko, el misticismo y los fraudes




Dueño de una voz personalísima y una lucidez poco frecuente, el escritor Antonio Muñoz Molina, su reveladora y aguda visión sobre la problemática artística del presente:



Muñoz Molina, Rothko y los fraudes colosales


“Habrá (entre los científicos) un cierto número de fatuos, como en todas partes, pero la obligación y la costumbre de permanecer atentos a la experiencia de lo real, de someter cada intuición, cada hipótesis, al escrutinio de sus colegas, les impide perderse en las fantasmagorías narcisistas o el puro humo verbal que lo aburre a uno a los veinte minutos de encontrarse en una reunión de eso que ahora se engloba bajo el nombre de artistas. 

Mark Rothko


En las artes, en la literatura, fraudes colosales pueden sostenerse durante muchos años, hasta durante siglos, porque la prueba del contraste con lo real es incierta y cada vez menos relevante, y porque la autoridad de los mandarines se va volviendo más irrefutable cuanto menos espacio hay para el juicio del público. El mérito, en las artes plásticas, en la arquitectura, lo determinan por completo unos cuantos críticos o enterados cuyos dictámenes, aunque se tradujeran al lenguaje común, nadie tiene derecho a refutar, y a los que además se les concede el título, tan descriptivo, de comisarios: es el comisario el que determina qué se expone, el que canoniza o silencia, segregando sus nubes de palabras de las cuales no tiene que dar ninguna explicación. 
Esa es la razón del cinismo, como en cualquier cultura en la que tiene demasiado poderío el tráfico de influencias: un guiño que se hacen entre sí los que están en el secreto, un encogimiento de hombros de los que aceptan que no haya remedio”.
No es posible aludir con más claridad al puro humo verbal de los críticos que nadie tiene derecho a refutar, la autoridad de los mandarines que estrangula el juicio del público, los fraudes colosales que se sostienen durante años y el encogimiento de hombros –tan generalizado- de los que aceptan que no haya remedio. 
El único desencanto que recibí de Muñoz Molina en materia artística es su reiterado voto de admiración a la pintura de Mark Rothko, esos planos de color totalmente carentes de significado, que los irrefutables comisarios y mandarines insisten en etiquetar como “místicos”, concretando uno de esos fraudes colosales que pueden durar años y hasta siglos. 
Equivalente a la “energía” de Pollock o la “ampliación del arte” de Beuys, el “misticismo” de Rothko es el lugar común cuya repetición acredita la pertenencia a una elite compuesta por los enterados de siempre, a los que nada aterra tanto como ser sospechados de insuficiencia cultural. 
Pero no todo está perdido: si veo por ahí a Muñoz Molina, me propongo invitarlo a examinar uno de esos rectángulos de Nada que pintó Rothko, para buscar allí un misticismo más relevante que el de una pared o una puerta pintadas con colores planos. 
Espero que podamos llegar a un acuerdo... aunque si uno quiere puede encontrar misticismo en un Rothko, en un lavarropas o en el café con leche de la mañana.


Reproducimos algunos comentarios publicados en el blog "Arte y Textos", de nuestro amigo Daniel Pérez

Comentarios

1
Uno puede encontrar misticismo tanto en un pedazo de pared, como en un cuadro de Rothko. Eso no es necesariamente malo.

2
Comparto totalmente tu opinión. Antes de poder decidir realmente si un pintor me gusta o no, tengo la sana costumbre de ir a ver sus cuadros "de verdad", porque sé por experiencia que en foto los buenos cuadros pierden y los malos parecen mejores. No obstante, la exactitud y gracia del dibujo y hasta el brío de las pinceladas y trazos pueden adivinarse bastante bien en las láminas.
Por eso, cuando el pintor es abstracto me parece imprescindible confrontarme con la obra en la realidad. Y si algunos abstractos como los primeros Kandinskis y los cuadrados de Mondrian me han transmitido paz y hasta me han parecido bellos, contradiciendo el juicio previo, Rothko ha sido una de mis mayores decepciones. En láminas aún veía decorativos sus manchurrones, pero vistas las enormes sábanas en la realidad me han parecido de una pobreza que asusta, y tras haber visto varias de sus supuestas "obras maestras" he terminado por decidirme a pensar que es uno de los mayores timos de la reciente historia del arte, junto con Tàpies y otras lindezas.


3
Pues esto del misticismo está muy bien para San Agustín o quizás para Buda, pero el arte tiene que transmitir belleza y emociones hacia el alma, pero no el alma mística sino el alma de los sentidos y de la emoción. Esta belleza y estas emociones las tiene que hacer llegar al espectador sin análisis ni literatura, simplemente por la buena disposición de los colores y de las formas. Lo demás son charlatanerías y francamente una superficie lisa me transmite aburrimiento.
Pero cada uno es libre de aburrirse como le plazca.


4
Sinceramente es bastante discutible todo lo que han escrito, y claro es que por demás está decir que el post también. Entiendo que constantemente los criterios de autoridad sustentan sus discursos en elementos que nada tienen que ver con el arte, y que, muchas veces la ignorancia se revela, ahí si de acuerdo, en la atribución arbitraria de sentido, el llamado "misticismo" de Rothko en este caso. Aun así, creo que la importancia de artistas como Pollock, o el mismo Rothko, radica en el sentimiento de ruptura total con todo pasado. Esta búsqueda de una atemporalidad, el llamado grado cero de la pintura, para un recomienzo de las artes fue una circunstancia que (a pesar de sólo ser posible en estados unidos pues Europa nunca se hubiera permitido olvidar el rezago de las inmediatas guerras mundiales) se caracterizó por su transgresión en la medida de replantear una nueva manera de concebir el arte y que, claro está (lo lograsen o no), tenía una intención social. Eso es la capilla de Rothko: nada, atemporalidad, si fuese referencial, si hubiese símbolos perdería el sentido bajo la que fue concebida. Lo mismo sucede con Pollock, y la clara muestra de que el sentimiento de sus obras permea en nosotros está en la retórica del artista aislado, de la que muchos de nuestros artistas contemporáneas (quizá los más) son partidarios. Este "ente" aislado, inmaculado, quizá ingenuo pero que no se deja contaminar por el exterior es un ejemplo, mal que bien, de la trascendencia real que han tenido estos artistas. Es por ello que no me parece correcto abordar una pintura aislada, subjetiva en el caso de artistas que plantean proyectos de obra, sin tener en cuenta el contexto bajo el que se desarrollan. Y aquí repito, nada tiene que ver con los arbitrarios criterios de autoridad, pues ellos han estado siempre; desde las maneras de suponer sobre el pasado precolombino, hasta los dictamenes para la entrega de premios a artistas en pleno 2011. Por lo pronto, te recomiendo un libro de Valeriano Bozal que aborda muy bien este tema, se llama Tiempo de Estupor y es editado por Siruela. Quizá pueda ayudarte a tener un análisis más amplio sobre el tema. Saludos...

Daniel Pérez

No cabe ninguna duda, Daniel Malpica (4), de que todo es discutible, porque el arte, lejos de ser una ciencia exacta, es un territorio simbólico donde cada uno se ubica donde quiere y cree lo que quiere creer. Muchos creen, por ejemplo, que la ruptura total con el pasado es una posición meritoria y valiente, y yo la veo como un alarde adolescente y una suerte de suicidio cultural. Por otra parte, en los defensores de ese tipo de posturas, llámense Danto, Romero Brest, Bozal o la legión de supuestos teóricos y curadores que recitan el dogma del arte contemporáneo no he encontrado ningún argumento sustentable: sólo afirmaciones sin ningún sostén racional. 

4
Como diría Mafalda ¡La pucha! La primera vez que vi un cuadro de Rothko, no sabía quien era el tipo, no tenía idea que era un artista reconocido. De hecho ni siquiera estaba en una exposición! solo me encontré con un miserable póster en la pared de un amigo (ambos éramos estudiantes y ninguno de arte), pero el cuadro me produjo algo, los azules me pusieron tonto y gocé, gocé como no lo pude hacer antes ni después con ningún pintor renacentista o siquiera surrealista. Esa sensación que quedó en mi me llevo a averiguar más sobre el tipo y luego a descubrir a otros y otros hasta convertirme en un amante del tan mal llamado "arte plástico". Que ahora alguien cargado de ideas preconcebidas y lleno hasta las orejas de la cháchara de las mil escuelas pictóricas que pueblan al mundo contemporáneo me venga a decir que Rothko es un fraude solo por que a él no le produce nada, me parece, además de una triste expresión de soberbia, un ejemplo perfecto de alguien que quiere convertirse en una de esas autoridades fraude que tanto critica.

Daniel Pérez

Sanz (5), en estos casos siempre digo que si todos pensáramos y sintiéramos las mismas cosas, el mundo sería un lugar mortalmente aburrido. Celebro los espasmos de goce celestial que te produce la pintura de Rothko, pero deploro la extrema intolerancia de tu reacción, con esas frases: "triste expresión de soberbia" y "lleno hasta las orejas de la cháchara de las mil escuelas pictóricas" que llevan al plano personal lo que sólo eran algunas consideraciones sobre la pintura y sobre el gusto artístico. Como habrás notado, manifesté mi discrepancia con Muñoz Molina, que comparte tus puntos de vista, pero no por eso se me ocurrió descalificarlo ni conjeturar intenciones ocultas, como "que quiere convertirse" en una "autoridad fraude" por expresar sus opiniones.

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viernes, 26 de diciembre de 2014

Lo mejor de Resistencia Realista Colombia

Léon-Augustin Lhermitte (1844-1925)


Un notable trabajo está realizando Resistencia Realista Colombia. Siempre -y regularmente- publicando maravillosas pinturas de artistas del siglo XX que no conocíamos porque nunca aparecieron en los libros de historia del arte. Esos que fueron opacados e ignorados por el torbellino que generó el arte moderno.
























jueves, 25 de diciembre de 2014

El largo camino del erotismo

"La Venus de Willerdorf" es una estatuilla antropomorfa femenina de entre 20.000 y 22.000 años a.C. Fue hallada en un yacimiento paleolítico cerca de Willendorf (Austria), a la orilla del Danubio, en 1908 por el arqueólogo austriaco Josef Szombathy. Es la más conocida de las venus paleolíticas. Éstas son figuras de mujeres de cabeza sin rostro y con una fuerte exageración en el tamaño del vientre, los senos y las piernas, las cuales son obesas. 

Historia. Una muestra investiga los cambios que atravesó en la Buenos Aires del siglo XIX la representación del cuerpo femenino en la pintura.

Por Julia Villaró (Revista Ñ)


El arte está lleno de cuerpos desnudos. Desde el “Discóbolo” de Mirón hasta el “David” de Miguel Angel, pasando por incontables Evas, Adanes, Jerónimos, Europas, Proserpinas; Susanas y Salomés bailando para conseguir la cabeza de un hombre o contemplándose en actitud provocadora. El arte está lleno de esos cuerpos desnudos: durante siglos los artistas –y sus comitentes– han debido perfumar de historias bíblicas y míticas esta necesidad de imágenes, para cumplir con las reglas del decoro y eventualmente no morir en la hoguera o en la condena e indiferencia de críticos, colegas y clientes. Pero hacia el siglo XIX –con el asentamiento definitivo de la burguesía– cambian los cuerpos y los deseos; cambian las relaciones de género y cambia entonces también la imaginería erótica para adaptarse a este nuevo consumo. Un consumo cada vez menos subrepticio, unas obras cada vez más polémicas, con figuras femeninas emancipadas de la Iglesia y la Grecia antigua que pasan del desnudo desposeído a la seducción de la femme fatale. Ese pasaje es el que busca reconstruir la muestra La seducción fatal, imaginario erótico del siglo XIX en el Museo Nacional de Bellas Artes.


Pensada desde el estudio riguroso y apasionado de su curadora Laura Malosetti Costa, la muestra se organiza a través de ejes que estructuran este universo pictórico. Pero además de exhibir pinturas y esculturas –la mayoría patrimonio del mismo museo– se propuso reconstruir el universo simbólico y visual en el que estas imágenes circularon; aparecen entonces grabados, fotografías, libros, películas, publicidades, el tango y la milonga: “Hay aquí una invitación a pensar sincrónicamente los distintos circuitos y públicos para este tipo de representaciones y la incipiente cultura de masas en la ciudad”, dice Malosetti en el catálogo. Una ciudad en la que por entonces despertaba una incipiente y pintoresca elite fervorosamente euro-céntrica y modernizante; en la que también proliferaban los burdeles, la prostitución y la trata de personas.
Entre velos y desenfados se construye el viraje del siglo y la muestra se presenta como una cartografía de ese movimiento. Porque no es sólo una cuestión de inhibiciones y desinhibiciones lo que se juega en estas obras: hay implícitas relaciones de sometimiento y poder, alusiones a la esclavitud, cierta cosificación del cuerpo femenino y fuertes construcciones ideológicas en torno al otro –sea la mujer, Oriente o el indio– en las que el Occidente blanco y moral juega todas sus cartas para la imposición simbólica. Inscriptas dentro de la muestra en una larga tradición de obras vinculadas al tema del rapto –el de Psique por Eros, el de Proserpina por Plutón, el de Helena por Paris, son sólo algunos ejemplos– aparecen los numerosos raptos pictóricos de mujeres blancas por malones indios que acompañaron la campaña del desierto en Argentina. Cautivas de torsos y piernas desnudas que brillan como gemas entre el marrón barroso de tehuelches y ranqueles. Cuerpos que parecen vincularse más por el deseo que por el terror –la cautiva pintada por el taller de Della Valle reposa serenamente en el hombro de su indio– cuyo erotismo no sólo consiste en la desnudez de los cuerpos sino en el vínculo violento y apasionado que se teje entre ellos: un vínculo peligroso, en tanto colabora en la construcción de una mujer que desearía ser raptada y sometida.
Pero la violencia implícita en las obras también fue soslayada con otros recursos, como el que en la muestra se denomina la mirada orientalista. Pinturas de mujeres desnudas amordazadas o encadenadas proliferaron en los salones europeos –y en consecuencia en las incipientes colecciones de arte argentinas– aceptadas con naturalidad siempre y cuando se tratara de esclavas, odaliscas, santas o heroínas antiguas. Al interior de esta iconografía también hay cambios de tono: poco tiene que ver la “Mujer oriental” de Severo Rodríguez Etchart –que blanca, rubia y lampiña, posa– con la “Odalisca” de Quinsac Monvoisin, sola en la intimidad de su cuerpo, sus brazos levantados dejando ver el vello bajo las axilas, también en el pubis; los ojos entrecerrados, la expresión de goce en el rostro. Nada en común con la “Joven oriental” de la italiana Juana Romani: el cabello rojizo, el cuerpo erguido y de frente, los ojos mordaces interpelando a los espectadores. Sobre el cuerpo una camisa que tapa los brazos, abierta con desenfado deja ver sus pechos. En esta obra –que es un autorretrato– el título parece funcionar de forma irónica: Juana, que además de pintar solía trabajar como modelo de artistas en París, debía conocer a la perfección el ambiente en el que estas pinturas se construían.
Es difícil trazar la frontera que separa el señalamiento de la violencia implícita al interior de muchas de estas obras –y que sólo se advierte a partir de una relectura crítica– de la mirada moralizante de un cierto sector social que se escandalizó por las pinturas –nunca por la prostitución, la trata o la violencia– y ejerció su condena desde un lugar conservador y a-crítico. La muestra señala ambas cosas y traza esa diferencia de forma eficaz.
La sección Desnudos, voyeurismo y transgresión puede resumirse en dos obras clave de la colección del Museo de Bellas Artes: la “Ninfa sorprendida” de Edouard Manet y “El despertar de la criada” de Eduardo Sívori. En la primera, una ninfa rubia de piel fina se sobresalta ante la aparición del espectador y cubre sus partes mientras sus mejillas se ruborizan levemente. Está inmersa en un paisaje bucólico, completamente desnuda, sus joyas –único y ampuloso atavío de casi todos estos seres construidos para el deleite masculino– se encuentran ahora sobre el pasto. En la segunda –motivo de innumerables controversias– no encontramos ya una ninfa, ni siquiera una bailarina, sino una criada de piel gruesa, de callos y pelo renegrido, también completamente desnuda contra la chatura de su cuarto gris. Aquí las joyas han sido reemplazadas por un candelabro triste y un par de chinelas; la criada no advierte que se la observa: tiene la mirada baja, concentrada en las medias que pronto irá a vestir. Es la irrupción polémica de una nueva figura femenina dentro de la iconografía del desnudo –que además asiste mediante el detalle de la media, a una larga tradición de imágenes eróticas con este mismo motivo–; ni mítica ni bíblica; una mujer trabajadora, con una sensualidad que trasciende y a la vez se instala en su cuerpo robusto, moldeado por el trabajo y ya no por los perfumes, las joyas y los polvos. Dos desnu dos más irán a sacudir el tablero de la plástica nacional unos años antes y después de la criada de Sívori. El primero es “El baño” de Prilidiano Pueyrredón. Por esta obra (y otras) en la que vemos también el cuerpo desnudo de una criada –el rostro despreocupado, el cuerpo insinuado debajo del agua– el artista fue condenado y sometido a toda clase de rumores y juicios. El segundo es “Reposo”, obra simbolista de Eduardo Schiaffino –pintor y primer director del museo, responsable de gran parte de la colección del mismo, detractor de la obra de Pueyrredón mencionada hace unas líneas–, el desnudo de espaldas de un cuerpo andrógino, sobre un fondo azul que parece sumir al personaje en una suerte de sueño extasiado. La sensualidad comienza a reconfigurarse y la obra es una apuesta por la sugerencia y la ambigüedad como motores eróticos.
Los albores del siglo XX son para mujeres de armas tomar. Seductoras fatales y musas modernas se denomina esta parte de la muestra, con obras en que la seducción ya no está en la desnudez sino en una actitud desenfadada y unos ojos en exceso delineados: entre poseídas y poseedoras; ni odaliscas ni cautivas, sino mujeres que comienzan a tomar las riendas de su vida y de su cuerpo: el gesto provocativo de la dama de Manicure de Caro-Delvaille y sobre todo la Musidora de Romero Torres, el retrato de la actriz francesa que encarnó a Irma Vep en la serie Los vampiros y que posteriormente se convirtió en musa de los surrealistas.
Si no fuera por la mirada crítica que propone la muestra, sería difícil para nosotros, espectadores del siglo XXI, hallar erotismo o pornografía en estas imágenes. Paradójicamente en un mundo en el que las imágenes –y las imágenes de cuerpos desnudos– nos asedian de todos lados, el erotismo –en tanto intimidad y sugerencia– está en grave peligro de extinción.


Lo mejor de 2014

Se termina el año y el balance es positivo. Los antiguos amigos de Resistencia Realista ahora nos han reencontrado en este blog y siempre están acompañandonos en lo que creemos han sido, son y volverán a ser las artes plásticas. 
Sin embargo, muchos de los que están en la vereda del frente se han sentido ofendido por el fuego de nuestra artillería realista. Todos somos unos apasionados del arte y en esa pasión muchas veces se nos cae una palabra de más... Y en el fragor de la lucha, no siempre tenemos razón.


Por Rubén Reveco
Licenciado en Artes Plásticas


En esta fecha, ofrecemos un resumen de los conceptos más relevantes del año que se va. Es para refrescarnos la memoria y reiterar que por más talento que tengan los artistas, también deben saber defender lo que hacen.
Si no pasa que cualquiera se la cree; que puede ser artista y lo peor, afirmar que lo que hace es importante.

Los mejores "2015"


Arte y locura

Si el éxito en arte está relacionado con la locura, entonces la fascinación tiene mucho que ver con la morbosidad. Casi todo lo escrito sobre esta artista japonesa hace mención a su problema de tipo mental y que desde 1973 está internada en un hospital psiquiátrico. ¿Esta triste situación le confiere un valor adicional a su obra?
Esto me recuerda inevitablemente a lo vivido por Van Gogh. Sólo que en el caso de nuestro querido Vincent las artes plásticas no eran aun degradadas por el mercantilismo obsceno del siglo XXI. 
Lo que se menciona muy poco es que Van Gogh no pintaba cuando tenía sus crisis, sólo lo hacía cuando se sentía bien o recuperado. Armonía, equilibrio compositivo, unidad cromática son sólo algunos componentes de la pintura a través de la historia y todos estos elementos -tan propios del arte- están presente en la obra de Vincent van Gogh. Ninguna de sus pinturas es el resultado de la esquizofrenia o de un ataque de epilepsia. La locura no produce arte; el artista sí.






Los unos y los otros

¡Dejen a las artes plásticas tranquilas! parece ser el reclamo de la conocida crítica mexicana Avelina Lésper. En su último artículo hace un llamado a los organizadores de bienales y los acusa de desvirtúar los concursos de artes plásticas "y los convierten en certámenes de artes visuales para incorporar videos, objetitos, performances y todo lo que el estilo contemporáneo VIP llama arte".




Señora Lisa, ¿quién es realmente usted?

                         
Aquí reproducimos tres imágenes de la Gioconda. Obviamente que no podemos acceder al original, pero no crean ustedes que la expuesta en el museo del Louvre se ve mejor que estas. En 500 años ha perdido su color original. Si la miramos en detalles muchos sectores están resquebrajados por exceso de pintura y amarillenta por exceso de aceite. Lo que vemos ahora no es lo que vieron los contemporáneos de Leonardo, pero la esencia sigue siendo la misma: el retrato de una mujer sentada en un sillón con el brazo izquierdo apoyado en el asiento. ¡Primera sorpresa, la Mona Lisa está sentada!
Cuando Leonardo de Vinci empezó a pintarla en 1503, hacía once años de que Europa había descubierto un  Nuevo Mundo y de lo que sería la Argentina (desde donde escribo estas líneas) sólo se conocía parte de la costa Atlántica. Descubrimiento que había realizado el navegante italiano Américo Vespucio. Italiano, florentino y coetáneo de Leonardo. Prácticamente nacieron en el mismo año.
En 500 años ha salido muy poco del Louvre. En 1911 se la robaron y durante dos años estuvo desaparecida. El ladrón la mantuvo oculta en Italia y aduciendo razones nacionalistas, pretendió rescatarla para su país. En la década del 60 viajó a Estados Unidos y en 1974, a Japón. Desde esos años. La Mona Lisa no va al mundo, el mundo va a la Mona Lisa.





Donde no hay emoción, todo es posible

Si hay algo destacable de los artistas llamados contemporáneos es el total desapego por la admiración que pueda o no causar la obra. Ahora que se vive en la era del "me gusta", llama profundamente la atención que estas personas presenten objetos como si fuera arte y que en la mayoría -expertos o simples espectadores- no aparezca ni un atisbo de emoción.
La emoción -que es una reacción involuntaria ante la contemplación de una obra de arte- genera a la vez admiración. Una especie de retribución del espectador hacia el artista; con la admiración se agradece ese momento vivido ante el objeto que tanta emoción (y lágrimas) ha provocado.






Una caja de sueños

No siempre en un lugar amplio y confortable, pero en el colectivo imaginario el taller del artista es un lugar en el cual la fantasía se hace realidad. Lo cierto queeste espacio fue, es y será un lugar diferente, bohemio y propio de creadores. 
Pinturas y fotografías de talleres de artistas plásticos y un texto muy oportuno de un blog amigo. 
¿Dónde trabaja el creador de arte, en cuál horno se cuecen las obras artísticas?. La respuesta es clara, en el taller. 
El taller se asocia con los gremios y tiene su origen en la Edad Media. Hasta hace muy poco el término taller estaba minusvalorado y se utilizaba el afrancesado Atelier, o más eufemístico el de Estudio. Hoy el idioma español tiene cada vez más prestigio y el término taller es el preferido. Es que taller da una idea de trabajo duro, arduo y de obra trabajada minuciosamente, con amor al trabajo como el artesano medieval. 
En el taller es dónde está reunida toda la parafernalia del artista, sus pinceles, pinturas, caballetes, libros, fotos, piezas recogidas en la calle, artículos de periódicos y revistas sobre él o sobre otros, y hasta objetos íntimos.




Sobre inocentes e ingenuos

Los que no conocen a Amalia Pica les cuento que es la artista neuquina más top de la vanguardia contemporánea. Ella estuvo  exponiendo en Neuquén -en el MNBA- en diciembre de 2013 y entre las genialidades que nos dejó fue pintar de blanco el caballo del general José de San Martín (Padre de la Patria). La “intervención artística” generó tanto revuelo que el intendente de la ciudad mandó a remodelar el Monumento para protegerlo de los “enchastradores profesionales”. No me quedó claro si se refería a nuestra artista o a los molestos graffiteros.
El asunto es que Amalia Pica regresó a Inglaterra, donde está radicada, y nuestro director del MNBA se quedó a dar explicaciones sobre lo que es o no es arte;  sobre lo que es vandalismo o expresión artística.








El misterio del abrazo: ¿experiencia erótica o química del amor?

Los hay entre hombre y mujer; entre padre e hijo; entre amigos. Puede significar amor, pasión, contención, simplemente cariño, o compasión. Lo cierto es que el abrazo es necesario, nos hace bien. Y las preguntas surgen, inevitables: ¿es una simple trasmisión de emociones, en la que el contacto físico se impone, o es un complejo proceso químico que nos despierta diferentes sensaciones?  ¿Qué rol ocupa el otro? ¿Cómo percibimos, nosotros, su significado?







¿Cuándo dar por terminada una pintura?

El proceso creativo se desarrolla de un modo muy lento y un artista muchas veces  trabaja a ciegas. No sabe dónde dar el próximo paso y eso muchas veces lleva a un callejón sin salida. Pero como decimos por este lado del hemisferio, “en cualquier momento salta la liebre”. Y en eso estoy, esperando que salte o dicho de otra forma, buscando la punta del ovillo para destrabar este asunto.